La Ecológica, mucho más que una pizzería.
La Ecológica, en Santa Cruz de Tenerife, no se trata solo de una pizzería al uso; además tiene un fuerte compromiso con la calidad de sus platos y con los jóvenes que más difícil lo tienen para encontrar trabajo. Para ello han creado un negocio en el que compaginan la innovación en sus cocinas y lo que ellos denominan La escuela, creada por la asociación Ekananda, con la cual se busca crear un espacio de integración y formación que ofrezca oportunidades a adolescentes y jóvenes que provienen del Sistema de Protección del Menor.
A lo largo de este proceso se pretende que los jóvenes aprendan, durante 80 horas de formación, valores como el trabajo en equipo, las relaciones interpersonales, la disciplina creativa o la superación personal.
Los jóvenes participarán en un itinerario profesional de inserción laboral que aúna una formación teórica con prácticas de trabajo en La Ecológica, con lo que reciben una formación teórica y práctica de nueve meses de duración. En estos meses Ekananda se encarga de introducirles al mundo laboral de la hostelería, en el que en un futuro podrían encontrar fácilmente una salida laboral. Tras estos nueve meses de formación intensiva, los jóvenes estarán en condiciones de complementar su formación como ayudantes de cocina y sala en el equipo de trabajo de empresas del sector, para lo cual se fomentarán acuerdos de colaboración con dichas empresas, buscando que los beneficiarios puedan complementar su formación con 200 horas de prácticas.
Esta idea fue concebida por Natalia Fernández, educadora social, quien, tras haber trabajado en Bolivia durante tres años dentro de un modelo de negocio parecido, decidió adaptarlo a su condición laboral, en la que tenía una estrecha relación con los centros de menores.
Todo esto le llevó a dar una oportunidad a estos chicos, que “cuando cumplen 18 años no tienen ningún apoyo, y en su mayoría vuelven a los hogares de los que fueron sacados desde edades muy tempranas”, nos comenta su hermana Gemma Fernández.
“Cuando cumplen 18 años no tienen apoyo y vuelven a los hogares de los que salieron”
Gemma, psicóloga y terapeuta, se embarcó junto con Natalia en esta iniciativa, debido a que, según ella, “necesitamos trabajar en algo que pueda mejorar la sociedad, no todo es sacar beneficio”, a lo que añadió que, además, “lo verdaderamente social es crear empleo digno”.
Desde primeras horas de la mañana trabajan, en el local ubicado en el número 3 de la calle Juan Pablo II, con una filosofía de trabajo clara: ofrecer una carta de platos ecológicos y de calidad. Para lograrlo se nutren de numerosos proveedores de alimentos ecológicos, aunque Gemma confiesa que “hay algunos productos que son difíciles de conseguir como la harina”.
Pero es que, además, estos “provienen de otros proyectos dedicados a la inserción laboral, como son Trampolín Solidario o Buscándome las Habichuelas, de Cáritas Diocesana”.
“Desde octubre empezaron a venir los chicos”, declara Gemma, que han ayudado tanto en tareas de cocina como de camareros, pero la psicóloga y terapeuta quiere conseguir que este proyecto vaya más allá. “Queremos incidir en los bloqueos mentales que sufren los jóvenes” y también avanzar en el proyecto social, en el que pretenden montar una formación propia, con más horas y más teoría. La Escuela ya ha recibido el reconocimiento de la Fundación La Caixa, que, además, les ayuda con apoyo jurídico, dotación económica y formación.
Felipe, procedente de La Orotava, es uno de los jóvenes que forma parte de este plan profesional, en el que ya ha concluido sus 80 horas de prácticas, pero aún así visita el local, en el que no duda en echar una mano. En las paredes del establecimiento, decoradas con gran esmero, están escritos los ingredientes que suelen utilizar en su cocina; es por ello que se pueden leer amor, alegría o confianza entremezclados con albahaca o tomate. Desde la cocina, en la que no paran de hacer masas de pizzas, nos advierten de que “la decoración del local está muy bien, pero la comida incluso mejor”.
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